5 de septiembre de 2009


Cualquiera que la hubira visto frente al espejo, extasiada en sus propios ademanes románticos habría podido pensar que estaba loca. Pero no lo estaba, simplemente había convertido los álbumes de fotos en una máquina de recordar. La primera vez que los vió no pudo evitar que se le formara un nudo en el corazón y que los ojos se le llenaran de lágrimas, porque en aquel instante volvío a percibir el olor a verano en las noches de Sitges y aquel marinero que fue a buscarla a su casa para hacerle reina… y el alma se le cristalizó con la nostalgia de los sueños perdidos. Se sintió tan vieja, tan acabada, tan distante de las mejores horas de su vida, que inclusive añoró las que recordaba como las peores, y solo entonces descubrió cuanta falta hacían las ráfagas de brisa fresca en el comedor, y el olor a tostas fritas que preparaba María, y hasta la naturalidad bestial de los rosales al atardecer. Su corazón de ceniza apelmazada, que había resistido sin quebrantos a los golpes más certeros de la realidad cotidiana, se desmoronó a los primeros embates de la notalgia. La necesidad de sentirse triste se le iba convirtiendo en un vicio a medida que le devastaban los años llegando a humanizarse en una soledad que solo se había forjado ella.

4 comentarios:

  1. eduu cielo eres un crak,ers tan special y llegaras mu lejos.tk pablo

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  2. La nostalgia es uno de los peores enemigos en los momentos de flaqueza. Es por ello que hay que ser fuerte; resistir a la espera del día en que las tornas se vuelvan y se creen recuerdos presentes de una intensidad superior a los de antaño que consigan sanar las heridas de la anterior desdicha.

    Un beso fuerte y curate pronto

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  3. X suerte, mi ego me permite hablar más allá de mi mismo, pero gracias de todos modos anonim@

    1 beso

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