4 de julio de 2009

Mi CaSa, Mi ReiNo... y Yo, SoLo YO


Te adornabas con guirnaldas, intentando decorar tu reino, para compensar el caos que había dentro. Hiciste todo cuanto podías, cual manual de instrucciones de esos que sirven para todo menos para la vida misma, y para cuando te diste cuenta, todo había pasado y de lo pasado no quedaba nada.

Tus mejores años, esos recuerdos embalsamados, el sueño de una vida contigo y las eternas dudas a las que nunca encontraste respuesta, se quedaron en el tiempo y con él tan siquiera el sentido.

Ya lo decía tu madre, pero tú nunca le hiciste caso, incluso cuando aprendiste que ella nunca se equivocaba. Pero como siempre decías, eras un alma libre, un caballo desbocado que más bien se quedó en potrillo, y como toda esencia viajera, debías encontrar tu rumbo, tu melodía, solo tú y tú, por primera vez en tu vida, frente al reflejo de la soledad, esa gran enemiga con la que tendrías que aprender a convivir, a lidiar para enfrentarte a los miedos, a unos miedos que distan mucho de las sonrisas que regalabas.

Esas con las que adornas el mundo, ese de guirnaldas alegres que decoran el reino en el que habitan tus miserias y grandezas, ese en el que acoges lo mejor y lo peor, lo que solo tu eres, lo que solo tu quieres, lo que solo tu llevas y decides regalarte, siempre, con una sonrisa.

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