
Quizá necesite tiempo para aprender a valorar las cosas importantes de verdad. Te agradezco inmensamente haberme amado tanto, que no supiera resistir cualquier cosa que yo deseara, hasta la luna me hubieras conseguido si por ti fuera, porque era demasiado duro para ti no verme sonreir. Pero la vida es algo más complicado para un niño que nunca ha conocido un no, porque uno no sabe valorar ni sabe entender lo que de verdad quiere, y los trenes solo pasan alguna vez mientras uno espera a saber que tren quiere coger... y los indecisos hacen a los que sufren, optar por lo seguro, y así uno se muere desojando margaritas que no llevan a ninguna parte o a lugares llenos de preguntas ¿ De verdad te ves preparado para una historia? Porque yo no lo estoy. Desde la serenidad me resulta prácticamente imposible acariciar otros labios , me resultaría un extraño en otra cama y ni pensar en llamar ‘cariño’ a otro ser. Cuando algo se acaba, por mucho que uno sea el responsable de que eso llegue a su fin, duele, y duele mucho. Duele romper con una rutina hecha en torno a alguien, duele el adios de los abrazos y de los gestos de complicidad. Duele decir adios al que creías tu compañero y amante eterno. Pero lo que realmente duele, lo que te hace sentir un gran nudo en el estomago que te quita el hambre, el sueño, incluso las ganas de levantarte por la mañana… es el saber que esa persona y tú os habeis separado para siempre. Que siempre tendreís unos lazos que os unan, y quizá las tornas giren hacia algo mejor, pero el grado de compromiso e intimidad alcanzada por una pareja nunca volverá a ser igual después de haberlo sido.
Y entonces, invade una pena serena, de esas que se te instalan sin molestar, sin pedir permiso pero a las que acoges de la manera más autómata, como a una más, sin esperar a que venga ni se vaya, simplemente dejándola estar y con la que viene mil y un sensaciones que empiezan a ser algo más amigables. La sensación de vacío, de nostalgia, de apatía, de no saber ni querer empezar a hacerlo. La necesidad de estar solo, de no hablar, de no escuchar, de arrinconarte en el lugar que has elegido como tu refugio sagrado. El toro se coge por los cuernos, dices, y no es solo un acto de valentía, sino de sensatez. Y es que dejar el dolor 'pa´luego' solo hará que nos encontremos con esa tristeza, tarde o temprano, en el lugar más inesperado y menos apetecible de todos. A veces duele, a veces grito, en muchos casos imploraría a los cuatro vientos que me sacaran de este puto sueño. Pero otras, me doy cuenta de que no es que sea ley de vida, sino que muchas veces en el paseo del dolor, es donde encontramos las respuestas a muchas otras cuestiones esenciales de lo que es vivir. Y yo, quiero vivir, pero vivir muy bien.